Ahora camino por una calle llena de gente, nadie me mira, solo veo caras de odio y miseria, el veneno le ha consumido la alegría, sé que no debo saludar a nadie, pues quien no es capaz de saludar amablemente a alguien nunca entenderá por qué alguien lo saluda en la calle, solo podría desencadenar violencia innecesaria, pero si lo pienso mejor no existe violencia innecesaria en este lugar, siempre es bueno maltratar a alguien y que el resto lo vea, así nadie se atreverá a meterse con uno, es la dinámica que mueve a esta ciudad de ratas corruptas.
Todos están apurados, todo es rápido, todo es peligroso, todos mienten, todos ocultan algo, todos son tontos, todos se quieren aprovechar de mí, todos son peores que yo, todos, y mientras todos piensen eso, nadie será capaz de ayudar a un desconocido como yo, así que pedir ayuda no es una opción, pedir ayuda solo es decirles a todos que no soy de aquí, y eso es ser débil en este podrido mundo.
Todo se termina, vuelvo a mi bello pueblo, aquí donde el mar y el cielo se miran y se besan, donde todavía hay gente que me saluda sin conocerme, donde si pides ayuda terminas conociendo a un nuevo amigo. Aquí todo es más lento, aún la muerte es lenta en llegar, y si a alguien lo alcanza, muchos nos tomaremos unos minutos y se lo dedicaremos como despedida.